Las pequeñas cosas, las grandes acciones

Casimiro Curbelo

Presidente del Cabildo de La Gomera y portavoz de ASG en el Parlamento de Canarias

El Cabildo de La Gomera ha iniciado esta semana el abono de casi seiscientos mil euros en ayudas sanitarias y extraordinarias que, como cada año, se destinan a más de cuatrocientas familias para la adquisición de audífonos, gafas y otros materiales imprescindibles que a veces suponen un gasto inasumible. En una actualidad en la que se habla con tantísima facilidad de cientos e incluso miles de millones de euros, este tipo de iniciativas puede parecer una cosa pequeña. Pero es radicalmente falso. Las playas más grandes están formadas por minúsculos granos de arena. 

Existe un valor en las pequeñas cosas que, sumadas, consiguen efectos extraordinarios. Y en la isla de La Gomera llevamos años trabajando desde la filosofía básica de que lo importante es ocuparse de las personas. Hay que hacer grandes obras, planificar estrategias de cambios medioambientales, tender nuevas carreteras, mejorar puertos, luchar por nuevas conexiones aéreas y marítimas… Sí. Pero nada de todo eso nos debe hacer perder la perspectiva de que si estamos donde estamos es para ocuparnos de la gente. Y “la gente” no es la playa. Es cada uno de los granos de arena. Es cada una de las personas que necesita ayuda, auxilio, consuelo, apoyo y un impulso para progresar.

La erupción de un volcán en la isla hermana de La Palma ha despertado la atención de medios de comunicación que habitualmente no suelen hablar demasiado de Canarias. Algunos dicen que ha servido para “poner en el mapa” a los canarios. Yo creo que deberíamos estar “en el mapa” por otras cientos de cosas en las que nuestras islas son extraordinarias. Pero en todo caso, el comportamiento de las administraciones públicas ha sido extraordinario. En un país donde en muchos momentos se ha olvidado el valor de la responsabilidad, de la colaboración leal y del entendimiento para favorecer a los ciudadanos, distintas administraciones con diferentes colores políticos han funcionado de manera ejemplar. Es una pena que esto sea una excepción y no la norma.

Todos, desde el presidente del Gobierno de España, el presidente del Gobierno de Canarias, los cabildos y los alcaldes de los municipios afectados, han mantenido una conducta intachable y responsable. Se han salvado vidas, se ha protegido a la población tanto de la amenaza de la lava como de los gases tóxicos y se ha informado con regularidad y con transparencia, transmitiendo los datos que suministraban los científicos. Y cuando aún seguimos con un volcán activo y se sigue vigilando con preocupación la sismicidad en la isla, ya se han empezado a tomar medidas para ver de compensar y ayudar a quienes lo han perdido todo y carecen de recursos para regresar a una vida como la que tenían antes de la catástrofe.

Las fuerzas políticas que formamos el pacto de Gobierno en Canarias apostamos por los servicios públicos cuando aún no se tenía evidencia de la crisis económica que íbamos a padecer por la pandemia mundial. Para el próximo año, esa apuesta se tiene que convertir en el eje de nuestra acción de servicio público. 

Canarias necesita disponer de viviendas públicas para familias que necesitan un techo. En La Palma, por supuesto y sin discusión, pero también en el resto de las islas donde ningún gobierno anterior ha cumplido con los ciudadanos. Y hay que reforzar las líneas de ayuda a las familias más vulnerables porque la recuperación económica va a venir acompañada de un incremento en el costo de la vida y una inflación que va a reducir el poder adquisitivo de nuestra gente.

La buena noticia de la vuelta del turismo y de la creación de empleo tiene que potenciar el compromiso de nuestro Gobierno en su lucha a favor de los más vulnerables. Como ha pasado con las coladas de lava del volcán, la crisis económica y el cero turístico han dejado sepultadas las esperanzas de muchas familias, trabajadores y autónomos de nuestras islas. Una catástrofe que es visible en las insoportables cifras de pobreza y exclusión social que padecemos.

Es la hora del compromiso con los más vulnerables. Es ahora y más que nunca. Tenemos enormes retos que afrontar, para los que siempre hay menos recursos de los que se necesitan. Pero podemos y debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en ayudar a las personas. A todas las personas que lo necesiten y de una en una, como se hacen las pequeñas cosas que al final se convierten en grandes políticas. Porque servir a los demás no es una abstracción, sino hacer lo que hay que hacer mirando de frente el rostro de gente que nos necesita y a la que no podemos fallarles. 

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