¡Un grito por La Gomera
de todo aquel que la quiera!
Desde Arure alzo la voz
gritando a los cuatro vientos
por si ha llegado el momento
de evidenciar algo atroz,
de exclamar con gran dolor
con respeto y sin enojos
que se pongan anteojos
para que puedan mirar
y con detalle observar
lo que pasa ante sus ojos.
Es hora que medianías
se junte a las cabeceras
y los demás que quisieran
nos unamos en la vía
y aunque sea a la porfía
imite a Fuenteovejuna.
Sin hacha y sin arma alguna
y mucho menos sin bajas,
haga de su alma lanza
y defienda su postura.
Que de razón salga armado
a defender el legado
de nuestro monte encantado
que a nosotros ha llegado
heredad de antepasados.
Sean tus manos banderas
pon corazón por trincheras
apóstate en las veredas
o avanza por donde quieras
hasta ganar la refriega.
Que no se llamen a engaños,
que en el bosque que apreciamos
el hombre ha puesto su mano
tal vez por miles de años.
Ver con lentes sin empaño
y apreciar lo que tenemos
porque todo lo debemos
a pueblos de medianías
y al ganado que tenían.
¡Juntos lo rescataremos!
Tomen las autoridades
conciencia de este momento
se sumen a todo encuentro
y devuelvan los canales
a las personas cabales,
las que amamantó este monte,
conocedoras del bosque
que propicien sintonía
con pueblos de medianías
y que vuelva aquel entonces.
No estamos contando un cuento,
que están llamando al envite
a que alguno se desquite
con sin razón de argumento
y escoja cualquier pretexto
para alguna chifladura.
Y nuestra Isla futura
esté carente del monte
con carbón como pulmones.
¡Ay Dios mío que locura!
Que retumben los tambores
y repiquen las campanas,
silbemos con fuerza y ganas
con cantos atronadores
y que salgan procesiones
gritando con misma voz:
¡Fuenteovejuna señor!
No se distinga color
ni discrepancia en razón
y que se haga con honor.
Sepa todo conocido
que ya he comprado el pasaje
para mi último viaje
y así emprender el camino
que me depare el Divino.
Pero ante mi marcha quiero
decir lo que considero:
Que el monte es un ‘charasquero’
por donde quiera un ‘yesquero’.
¡Qué Dios nos libre del fuego!
Tal vez no entiendan porqué
me vuelco con tanto ahínco
y por tanto les explico:
Junto al pueblo me crié
yendo hasta el monte a traer
aquello que nos brindaba,
pues nada se despreciaba
porque todo eran ventajas
para corrales y casas.
¡Ya que al pueblo alimentaba!
El monte nos obsequiaba:
Madera para el hogar,
para guisar y hornear,
sus aguas la sed saciaba
y con ella se regaba.
‘Juargazo’ para corrales,
el pasto para animales…
y en los tiempos más estrechos
hasta la harina de helechos.
¡Fue el maná de los hogares!
¡Y qué se le daba entonces!
Se le daba nuestro amor
toda nuestra devoción
se limpiaba y se aclaraba
y el animal lo abonaba.
El monte estaba podado
y sobre todo cuidado.
Y si algún desaprensivo
lo esquilmara sin motivo
fácilmente era encontrado.
La belleza natural
donde el hombre esté presente
precisa de que su gente
se tenga que involucrar.
Es difícil soportar
la presión que le ejercemos,
porque si no la queremos
termina yéndose al traste
ya que surgirá el desastre
del hombre y los elementos.
Sencillas trochas modernas
se pudieran instalar
sin que hubiera que cortar
ningún gajo en las faenas.
Hay que gastarse las perras
en remedios invisibles:
Energías sostenibles
y aspersores extensibles
son soluciones factibles
que eviten daños terribles.
La idea fue planteada
meses antes del incendio
en el Cabildo Gomero.
Ciertamente no evitaba
la tragedia ocasionada,
aunque si pudiera ser
que evite cualquier después.
Seguro que hay soluciones
que protejan nuestros montes.
¡Porque algo habrá que hacer!
Publicado en algún medio
un escritor conocido
parecida idea dijo
algo después del incendio.
No importa quién fuera previo,
lo que valen son acciones
para buscar soluciones
que eviten males mayores
y se opte por las mejores
con máximas prestaciones.
El escritor indicaba
el uso de agua salada
como medida obligada.
La otra opción contemplaba
energías combinadas
que con agua desalada
regara cualquier lomada
y escurra por las laderas
hasta llegar a las presas.
¡Y vuelta la remontada!
No estoy en contra de nadie
que defienda nuestro monte
ni pondría sobrenombre
si opuesto se sienta alguien.
Que el bosque su fuerza irradie
para juntar voluntades
que salgan de todos lares,
y el mundo entero en la red
nos defiendan a la vez
para evitar la debacle.
Les curso la invitación
para colgar estos versos
si creen llegado el momento
para agrupar intensión.
Sumar colaboración
porque a todos nos incumbe
ver frondosas nuestras Cumbres,
torta de ‘cuajá mojosa’
pero qué rica y sabrosa
adornada con sus nubes.
Nuestra lluvia horizontal
sea todo el arsenal,
las balas que disparar
en la batalla final.
Ya que hay que recuperar
el monte para su gente,
con medianías al frente
camuflada con helechos,
aceviños, haya, brezos
y los tesoros que ofrece.
Que gozo sentir los versos
salidos del corazón
dichos a todo pulmón
con la fuerza de los vientos.
Y no nos falten arrestos
para defender lo nuestro
sin pasarse de los gestos.
Cuenten conmigo el primero:
¡Gomera cuánto te quiero!
antonio luis de san pedro.
¡Gomera cuánto te quiero
porque eres nuestro asidero!
Antonio de San Pedro