La selección española femenina de waterpolo se ha proclamado este viernes campeona del mundo al imponerse en la final a Australia por 8-6, ante un público enfervorecido en las gradas de las piscinas Picornell de Barcelona. Se trata de la primera medalla de oro de la delegación española en este Mundial y la undécima desde el inicio del Campeonato.
Una vez más las de Miki Oca rozaron la perfección para secar a una de las potencias goleadoras del Mundial, en parte gracias a la gran actuación de la portero Laura Ester. España, subcampeona olímpica hace un año en Londres, dominó la lucha por el oro desde el inicio con parciales (1-2, 2-3, 1-1 y 2-2) para hacer historia en el waterpolo femenino español.
Una incontestable defensa, máxima concentración y ni una concesiónFieles a su estilo, salieron con el convencimiento de la victoria. Sabían que ellas iban a ser las estrellas de la noche y no fallaron. Maica García fue la encargada de abrir el marcador. La boya española fue fundamental. Abrió espacios y forzó exclusiones, fuera quien fuera su defensora. En la segunda exclusión, España volvió a anotar (0-2) y a pesar del 1-2 marcado por Arancini, las ‘guerreras’ se sintieron superiores.
Una incontestable defensa, máxima concentración y ni una concesión. La tercera y también la cuarta superioridad de España fueron aprovechadas por las de Oca, aunque Australia también rentalibilizaba las suyas. El 3-5, marcado por Roser Tarragó a 1:16, dibujó lo que ocurría en la piscina. La española tiró desde seis metros a la desesperada, a Kelsey Wakefield, una de las mejores porteras del Mundial, se le doblaron las manos y a las ‘aussies’ se les encogió el alma un poco más. Laura López puso más cerca el título en el primer minuto del penúltimo acto (3-6).
Se multiplicaba la defensa, Laura Ester, a pesar de sus 170 centímetros, parecía haber tejido una enorme tela de araña en su portería, y las oceánicas cada vez tenían menos fe en la remontada. En el último cuarto, Maica García puso el 4-7, Jennifer Pareja el 5-8, mientras Laura Ester seguía parando y agigantaba a su equipo que por entonces ya sobrevolaba sobre el agua de las Picornell.